Cumbre en la torre central del Cerro 5 hermanos
En el mes de mayo, donde los amaneceres son fabulosamente increíbles, junto a Agus volvimos a reencontrarnos luego de más de 2 meses con Pablo Winnie, esta vez para ir a escalar a las paredes del Monte Susana, una zona, nueva y muy linda, donde se tiene una vista increíble del resto de las montañas y toda la zona del camping municipal. Especial para aprender a escalar en roca.
En ese encuentro, charla de por medio, fue que surgió la idea de intentar escalar el monte Olivia. Pablo vio como Agus escalaba sin ningún problema, primereando una vía complicada de 5º grado. Esa prueba fue suficiente para saber si realmente estaba preparado y vaya que sí lo estaba !!
Después de ese encuentro, comenzamos a proyectar sobre el ascenso al ansiado monte Olivia. Las condiciones climáticas en la ciudad, fueron variando, tuvimos días de mucho frio y las montañas se tiñeron de blanco por tanta nieve caída.
Mensaje va, mensaje viene, comenzamos a darle forma a nuestra idea del Olivia, las cabezas estaban que explotaban, porque es un sueño y un gran anhelo concretar una vez más esa cumbre, pero esta vez dándole la oportunidad a Agus de ser su primera vez.
A medida que transcurrían los días, más intenso latían nuestros corazones, sabiendo que el segundo finde de mayo, sería el momento oportuno para emprender este desafío.
Observando día a día, como las montañas iban deshaciéndose de la nieve acumulada, vimos que el Olivia, con su gran y difícil verticalidad se ponía cada vez mas azul, por el hielo pegado en sus paredes, lo que hizo que cambiásemos de opinión y esperar a que sus canaletas y grietas principales se llenasen de mas nieve, para realizar un ascenso más seguro.
Esta montaña merece todo nuestro respeto, dado que es una de las mas difíciles de realizar. Y fue así, que charlando, vía whatsapp, nos pusimos de acuerdo, que lo mejor era esperar. Al fin y al cabo esa montaña siempre va a estar ahí.
Pero no queríamos quedarnos en las casas esperando a que cambien las condiciones del clima. Queríamos entrenar, así que de esta forma surgió la idea de ir al 5 hermanos, que tiene riscos y pendientes similares al Oliva, pero que sus paredes tienen una altura un poco menor y menos riesgosas. O por lo menos eso creíamos.
Sabiendo que el 2 de abril Milo, Juan Macias, Elio Torres y Lucas Diaz, habían logrado encadenar las 5 cumbres y viendo con detenimiento un zarpado video que realizaron, quisimos intentar seguir la misma ruta, pero saliendo desde el Valle Olum, atravesando el paso de los vientos, hasta llegar a la cumbre central del 5 hermanos y descendiendo por el Velo de novia.
Fue así que el domingo 9 de mayo, nos levantamos a las 5 de la mañana para ir en busca de este nuevo y difícil desafío. Entre los preparativos finales, terminamos arrancando a las 7:50 de la mañana.
Como el punto de largada iba a ser diferente al punto de llegada, y teniendo 2 vehículos, optamos por dejar mi auto al lado del puente del rio Olivia, cerca del Velo de Novia y el de Pablo en el estacionamiento de la laguna esmeralda.
El día se presento bastante nublado, cayendo algunos pocos copos antes de comenzar con la travesía. Encaramos la subida hasta el refugio del Valle, en donde vimos que se estaba realizando una capacitación para estudiantes de guía de senderos y montañas.
Caminamos en la oscuridad por el costado de las carpas, intentando no hacer demasiado ruido, para seguir por el sendero del bosque y llegar hasta el final del valle, camino al Cerro 5 hermanos. A medida que tomábamos altura, las nubes en lugar de dispersarse y elevarse, decidieron bajar y quedarse al ras del suelo, tapando toda la visión del Valle. La luz del día se hacía cada vez más clara. Y el sol estaba pronto a salir.
Cuando llegamos al final del mismo, nos detuvimos para tomar un rico cappuccino con galletitas, antes de comenzar con la gran subida por una canaleta algo complicada. Las nubes bajas hicieron que la escalada sea un poco más dificultosa, pero no imposible. Fue así como comenzamos la subida por la nieve hasta alcanzar el paredón por donde subir. Ya en este punto, era casi obligatorio ponerse los equipos de seguridad, como ser: arnés, casco, tener listo en mano las piquetas y colocados los crampones.
De pronto, cuando estábamos escalando, escuchamos algunas voces, y mirando para abajo, al principio no veíamos a nadie, pero después logramos divisar a un pequeño grupo que parecía iban a encarar por el mismo lugar que nosotros. Aunque después de un tiempo los perdimos de vista.
Una vez alcanzado lo más alto de esa canaleta, el recorrido se hizo más llevadero y menos forzado, aunque las nubes permanecieron un buen rato al ras del suelo, impidiendo la visibilidad. Observando lo que teníamos mas cerca nuestro, pude darme cuenta que esa zona me resultaba conocida, y fue así que mirando para todos lados, pude al final recordar que en el 2012 habíamos estado con Agus y otro amigo en ese mismo lugar.
En este punto y siendo las 13 horas, decidimos hacer un alto en el camino para almorzar unos sándwiches de fiambre, preparados a la madrugada y tomar un poco de café caliente, previo a la aproximación y ascenso a la torre central.
Mientras avanzábamos, veíamos la primer torre, la cual nos pareció muy accesible llegar a su cumbre, como así también la segunda, pero por la hora que teníamos en ese punto, parados entre la segunda y la tercera torre, tomamos otra decisión acertada.
Decidimos no encarar la primera torre y no seguir encadenando las restantes, debido al tiempo que ello nos demandaría. Fuimos de lleno a encarar la tercera torre, la central y más alta de esta montaña.
Subiendo una pendiente cargada de nieve, un poco largo el ascenso hasta la pre cumbre, pero dispuestos y seguros a lograr nuestro objetivo, fuimos ascendiendo hasta llegar a la zona donde comenzaríamos a escalar con todo el equipo, las cuerdas, los mosquetones, y los dispositivos de seguridad.
Fue increíble como las nubes permanecían pegadas a la montaña, sin posibilidad de ver hacia donde nos dirigíamos, lo que si sabíamos, es que en nuestras cabezas solo había lugar para un solo pensamiento, que era llegar a hacer cumbre cueste lo que cueste.
Con el deseo ferviente de que esa cordada sea un éxito, mientras Pablo encaraba hacia la cumbre, les decía a los muchachos, “si la montaña y Diosito nos quiere “, el cielo se va a abrir y nos van a regalar una vista impresionante de esa cumbre y todo a su alrededor.
Fue algo más que sorprendente ver como de a poco las nubes comenzaban a dar paso a un cielo muy celeste, permitiendo dar paso a los rayos del sol.
Cuando Pablo llego a la cumbre, y habiendo preparado la cuerda para dar paso al ascenso de Agus, allá fue El, con total seguridad, disfrutando cada paso final, hacia lo más alto.
Llegado mi turno, paso algo inesperado, similar a lo que me sucedió cuando estaba a punto de hacer cumbre en el Olivia. Uno de los crampones presento un problema, al principio pensé que se había salido por aflojarse las correas, pero cuando me agacho para ajustarla, me doy cuenta que en realidad se había roto, partido, y que no tenia solución.
En ese momento me grita Pablo, me dice que me saque el otro que tenia puesto y que suba igual. Era el tramo final y no podía perderme esa cumbre por nada.
La roca por donde debía subir, estaba llena de hielo, se hizo difícil subir sin resbalarme, pero como iba encordado junto a Agus, me fui asegurando la trepada, depositando en El toda la responsabilidad de sujetarme ante una eventual caída.
Despacio pero concentrado en cada espacio de la roca, donde poner las manos y los pies, fue que con paciencia pudimos alcanzar la cumbre alrededor de las 15:20 hs.
El cielo increíblemente despejado, nos regalo una de las vistas más hermosas de las montañas y la ciudad, con un Olivia gigante en frente nuestro, la laguna 5 hermanos a nuestros pies, como así también las lagunas, Submarino y Holanda.
Mirando mas alrededor nuestro, pudimos observar a lo lejos también, la laguna Esmeralda, con su característico color, cada vez más visitada por turistas de todas partes de Argentina y del mundo y junto a ella el Glaciar Ojo del Albino, asimismo y cerca de este maravilloso lugar, el cerro Domo Blanco, el Alvear, el cual tuvimos la dicha de visitar hace aproximadamente un mes atrás y muchos otros bellos y espectaculares lugares, que valen la pena visitar, en cualquier estación del año.
Una vez que logramos nuestro objetivo propuesto, luego de haber gritado a los cuatro vientos que alcanzamos la cima y de haber capturado varias imágenes de este gratificante logro, llego el momento de bajar.
El clima fue muy benévolo, aunque frio, a pesar de que el día es muy corto en esta época del año, y que el sol descendía mucho más veloz que nosotros, nos pusimos, una vez más, serios y concentrados para lo que nos esperaba, una bajada larga, hasta la zona segura, sin pendientes. Para eso tuvimos que realizar tres rapeles, aunque cortos, pero que tenían la dificultad de que la noche se estaba acercando. Sin contar que el frio, hacia más dificultoso maniobrar con los dispositivos y las cuerdas.
Del otro lado de este cerro, fue increíble ver el gran vacío y profundidad que tiene hacia el otro valle.
Realmente hay que estar preparado física y mentalmente para que esta magnificencia no nos afecte a nuestras mentes.
Debimos actuar muy rápidamente, ya que la noche se aceleraba minuto a minuto.
Las nubes parecían querer taparnos toda la hermosa vista a nuestro alrededor, pero el viento hizo que se esfumaran y podamos descender viendo perfectamente por donde íbamos.
Cuando llegamos al tercer y último rapel, fue donde pude recuperar mis crampones, el cual sin dudarlo, me coloque el lado sano en el pie derecho, para poder descender la cuesta cargada de nieve, que en algunas partes estaba muy dura y se hacia un poco complicado pisar con seguridad.
Así fue que con un crampón en el pie derecho y una piqueta en la mano izquierda, descendí de esta tremenda montaña.
Pablo tomo la delantera y fue adelante nuestro, más abajo, marcando el rumbo y haciendo huellas en la helada y blanca nieve, Agus quedo más arriba, descendiendo un poco más seguro, pisando las huellas que tanto Pablo como yo fuimos dejando.
Todo ese descenso lo hicimos por separado, porque habíamos considerado que no era necesario ir ensamblados con cuerdas. Parecía muy seguro caminar así.
Aunque en mi caso en particular, tuve que descender con sumo cuidado, ya que el lado de mi pie que no tenia crampón, resbalaba en cada paso. Mientras el sol ya se había escondido detrás de las montañas, la poca luz que fue quedando y nuestra poca visibilidad, hicieron de esa bajada algo peligroso.
Fue así que en un momento, tuve un resbalón y caí sentado en la pendiente, ya me estaba yendo para abajo, la piqueta que tenía en la mano izquierda voló por la caída, aunque como medida de seguridad quedo atada a mi arnés, ésta pérdida me impidió poder clavarla en la nieve y evitar seguir cayendo, pero por esas cosas de la vida, tuve la fortuna de poder clavar el único crampón que tenía en mi pie, antes de que tomara más velocidad y sea imposible frenar y quedar enroscado entre las rocas que yacían al fondo de ese tobogán de nieve y hielo.
Una vez recuperado de ese evento, seguimos descendiendo con mas precaución, cada vez con menos luz en nuestro recorrido.
Los colores del atardecer se hicieron presente, el cielo quedo pintado de varios colores, como si estuviéramos adentro de un cuadro. Del lado izquierdo, a lo lejos se podía ya observar las luces de la ciudad, en el centro de nuestras miradas, el majestuoso y poderoso Olivia y hacia nuestra derecha pudimos observar las ultimas luces de un tremendo y mágico atardecer.
Mientras seguíamos bajando y grabando las impactantes imágenes, Agus que venía más arriba sufre también una pequeña caída, lo que provoco un pequeño derrumbe de piedras lajas, las cuales se fueron para abajo raudamente, en dirección a donde estaba Pablo, pero por suerte y atentos a ese acontecimiento, gritamos que esté atento y esquive esas tremendas rocas, y así fue. Solo fue un susto y no paso a mayores.
Ese tipo de desprendimientos es muy común que sucedan, solo hay que estar muy despiertos y avisar instantáneamente lo que va sucediendo, para evitar riesgos mayores.
Transcurrido este suceso, llegamos a la zona segura, mas plana y con menos riesgos de resbalones y caídas. Ni bien llegamos, tuvimos que encender nuestras linternas, ya que la oscura noche llego para quedarse.
En cercanías de la laguna 5 hermanos pudimos hacer un alto para tomar lo último de café que nos quedaba y comer los últimos sándwiches.
Ahora comenzaba otra aventura, la bajada desde la laguna semi congelada, hasta el rio, transitando por muchísimo barro, dejando la nieve atrás.
Y para darle mas énfasis y que parezca más complicada la bajada, sucedieron otras cosas inesperadas. Mi linterna, la cual llevaba puesta sobre el casco, se desprendió del mismo y cayo cuesta abajo como unos 50 o 60 metros, dejándome a oscuras por un corto tramo. Teniendo la gran suerte de que quedo prendida y pudimos recuperarla.
Las luces de Pablo y Agus iban gastando sus últimas energías, provocando menos visibilidad.
A medida que nos encontrábamos mas abajo de la montaña, la temperatura iba en aumento, a tal punto que tuvimos que ir desabrigándonos para caminar mas cómodos.
Cuando por fin llegamos al rio, lo atravesamos y seguimos caminando a paso firme y casi sin descanso, cruzando aun mucho barro, el cual en algunos tramos nos llegaba hasta las rodillas.
Con lo último de luz, pudimos alcanzar la recta final, llegando primero a las instalaciones de Anoka, una empresa de venta de agua y después al puente del rio Olivia, en donde del otro lado nos esperaba mi auto, listo para salir en busca del auto de Pablo que había quedado en el estacionamiento del valle de Olum. Llegados a este punto alrededor de las 21 hs. pudimos dar por finalizada nuestra gran travesía y sorprendente aventura.
El objetivo, con mucho esfuerzo, entusiasmo, dedicación, profesionalidad y fe, fue alcanzado. Ahora solo nos queda descansar y recuperar energías y fuerzas para la próxima aventura y deseado Desafío… el cerro Domo Blanco y el tan anhelado Monte Olivia.