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La montaña siempre tiene la última palabra.
Ascenso al Monte Olivia por el Glaciar D´Agostini.
Texto: Raul Torres
El domingo 29 de setiembre, luego de varias semanas de análisis y exhaustiva planificación junto a su equipo de cordada, organizando sus jornadas laborables para quedar libre este preciso día y tomando este desafío como parte de un reto pendiente, el experimentado rescatista de la Comisión de Auxilio, oriundo de Necochea, empleado de Defensa Civil municipal, Integrante de la Comisión organizadora de los encuentros provinciales de montañistas de Tierra del Fuego, Juan Ignacio Macías, de 48 años, junto a dos mujeres, experimentadas escaladoras, vecinas de la ciudad de Ushuaia, emprendieron desde horas muy tempranas, el ascenso al majestuoso Monte Olivia.
El Gran Desafío en esta oportunidad,fue encarar por el imponente glaciar D´Agostini, una ruta muy difícil, con mucha verticalidad, que requiere tener unos conocimientos técnicos muy precisos, como también estar muy bien preparados, física y mentalmente. Ellos lo tenían, para eso se preparaban, entrenaban y fueron convencidos de lograrlo.
Cada uno había conquistado en otras oportunidades, la cumbre de esta icónica montaña, ascendiendo por la ruta normal, frente que da a la ciudad de Ushuaia.
El clima de ese día fue bastante benévolo, no hubo grandes ráfagas de viento, un cielo medianamente despejado, con una temperatura muy baja en las primeras horas de la mañana. En la ciudad el termómetro registraba unos -3° bajo cero, estimando que en la montaña habría descendido por debajo de los -10° bajo cero.
Días previos, desde que arranco esta primavera, la ciudad y sus alrededores habían recibido grandes nevadas, lo que provoco que en la parte más alta de la montaña, en sus innumerables recovecos y grietas, se hayan creados grandes neveros, muchas veces, tapando dichas fisuras en las rocas.
Todo iba bien, de acuerdo a lo planificado, hasta los últimos 300 metros para alcanzar la tan ansiada cumbre.
De acuerdo a información recabada, estas tres personas habrían realizado un descanso, mientras preparaban los equipos de comunicaciones, para encarar los últimos metros a la cumbre, cuando en un abrir y cerrar de ojos, sin emitir ningún sonido, una de las integrantes, gira la mirada hacia sus compañeros y ve que Juan había desaparecido, dándose cuenta que el mismo había caído de una cornisa hacia el vacío, cuando se fracturó el bloque de hielo y nieve, colisionando su cuerpo contra el glaciar, a unos 90 metros aproximadamente.
En vista de que no podían descender a su encuentro, dada la condición extremadamente difícil por la zona de caída, siendo casi inaccesible, las dos mujeres que lo acompañaban, deciden comunicarse por radio, alrededor de las 10:30 hs de la mañana, con las autoridades de la Comisión de Auxilio, para activar la búsqueda y rescate de su compañero.
Como parte del extraordinario operativo, se solicitó a la empresa Heli Ushuaia, hacer un sobrevuelo en helicóptero por la zona posible del accidente.
Una vez localizado y dando aviso para que vaya una comitiva de profesionales experimentados, conocedores de esta particular montaña, fueron al encuentro de Juan para constatar su deceso.
Las tareas de un operativo de rescate son muy variadas: desde el tratamiento, evaluación y atención de la víctima hasta su evacuación con camillas especiales, según el terreno y las maniobras técnicas requeridas.
Dichas actividades y procedimientos eran las que hacía Juan, junto con su equipo de la Comisión de Auxilio, cada vez que era demandado.
Lamentablemente, en esta oportunidad el turno de víctima y de ser rescatado le toco a Juan.
Así fue que entre las diferentes posibles maniobras para su descenso, se tomó la decisión de bajarlo desde la zona de impactocon un equipo de tres profesionales, altamente calificados, con equipos de esquí y camilla especial, por una zona extremadamente difícil.
El líder del equipo de rescate, era amigo y compañero de Juan, con quien compartieron muchos rescates. Fue muy duro para Él encontrar a su amigo en esas condiciones, pero con todo el dolor de alma, hizo lo necesario para traer su cuerpo y que podamos despedirlo, tanto su familia, como sus amigos y seres queridos.
Buscando la manera de honrar la vida de Juan, en esa particular montaña, sabiendo lo mucho que significaba para Él la seguridad en cada salida, cada desafío, este amigo dejo sus piquetas de escalada, enclavadas en la blanca nieve, para reconocer que Juan lo dio todo por el prójimo, que su muerte no fue en vano y siempre dejando la premisa que a la montaña se la respeta másallá de nuestras capacidades.
Si de algo podemos estar seguros, es que Juan amaba lo que hacía, su hogar era la montaña. Siempre estaba dispuesto para ayudar a quien lo necesitaba. Nunca se negó a compartir sus conocimientos y experiencias.
Así como fue en su profesión, fue en su vida personal, colaborando, preocupándose por el prójimo y su familia, adelantándose a cualquier requerimiento.
Lo que más amaba no eran las montañas, lo que más amaba eran sus hijas.
La naturaleza para Él era su lugar para reflexionar y cargarse de energías.
Murió conociendo perfectamente los riesgos a los que se enfrentaba.
En las montañas se sentía libre, en paz y así se fue.
En toda la cordillera fueguina, el Monte Olivia, para Juan era la montaña más especial, la cual respetaba y quería profundamente.
Fue la elegida para reposar su alma y grabar en nuestras mentes que la montaña es la que manda, la que tiene la última palabra.
En su despedida, quedó grabado el amor incondicional de su familia, el respeto y reconocimiento de sus diferentes compañeros de cordada de montañismo, como también de sus colegas de Defensa Civil y de la Comisión de Auxilio.
Para honrar el cuerpo y espíritu de Juan, sabiendo lo mucho que amaba las actividades de montaña, teniendo en cuenta la gran importancia que Él daba a la seguridad en cada salida, su hija Flor pidió un gran favor al mejor amigo de su papá, Sergio Mingrino, compañero de muchos proyectos de montaña, quien donó su casco, el cual fue puesto dentro del féretro y así enaltecer su alma, como una forma de rendir homenaje a su pasión y a la forma en que vivió su vida, en su último viaje, brindándole una sensación de seguridad o resguardo a donde quiera que vaya.
“Solo se muere cuando se olvida y
nosotros nunca te vamos a olvidar”
Estarás presente en todos y en cada uno de nuestros corazones…