
Entre el hielo y el bosque: Aventuras en el fin del mundo
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Encuentro de Montañistas de Tierra del Fuego
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La laguna que no se vio, la cascada que se bebió!
Visita frustrada a la Laguna Celeste
Texto e imágenes: Raúl Torres
Preparando la travesía, sobreponiéndonos a los cambios climáticos
Finalizando el mes de octubre de 2024, me propuse repetir una travesía de unos 18 km aproximadamente, por el valle las Cotorras y el valle Tristen para visitar las lagunas Siqui, Celeste, Alvear y Trinidad. Este recorrido lo había realizado en solitario el 25 de enero de 2020, previo a mi cumpleaños N° 50, sin imaginarme que luego se vendría la Pandemia por el virus del Covid.
El clima, como siempre, impredecible, nos regaló un par de días de mucho calor, el miércoles 30 y jueves 31 tuvimos temperaturas altas para nuestra zona, rozando los 20 grados.
Llegando al viernes 01 de noviembre, el clima volvió a sorprendernos con un temporal de mucho viento y lluvias en la ciudad y con nevadas importantes en las montañas. Así y todo, viendo el pronóstico en la página Windguru, el cual me indicaba que el sábado mejoraría considerablemente, con mucho sol y con temperaturas en aumento, decidí continuar con mi objetivo.
En primera instancia invite a dos amigos para que me acompañen, pero como tenían otros compromisos decidieron no sumarse en esta oportunidad a esta aventura.
Al ser un recorrido muy largo y de muchas horas, entre 12 y 14 hs, sabiendo de antemano sobre los posibles peligros de ir solo, invite a otros amigos, hasta que apareció una amiga, con una vasta experiencia en montañas, la cual también había transitado la zona en el pasado, pero que por problemas meteorológicos no pudo completar el recorrido.
Así que vimos que esta sería una nueva oportunidad para completar ese circuito. Por lo que nos pusimos de acuerdo y nos preparamos para emprender este gran desafío.
Dando inicio a un viaje extraordinario
Arrancamos el sábado 02 de noviembre a las 7:30 am, desde el estacionamiento ubicado a pocos metros después del centro invernal Llanos de Castor, justo donde se ubica un camino de gasoducto que atraviesa la ruta.
El día amaneció bastante nublado, donde la temperatura rondaba los 2 grados sobre cero, con algunos copos de nieve cayendo del cielo y de las copas de los árboles, con fuertes vientos.
Cuando nos adentramos al bosque y a medida que ascendíamos, la nieve se hacía más presente y nuestras huellas más profundas, los arboles estaban súper cargados por la nevada del día anterior, y cuando el viento los sacudía, caía todo sobre nosotros. Fue un espectáculo muy lindo de ver, dándonos la sensación de estar en pleno invierno.
El recorrido entre los arboles duro exactamente una hora hasta salir del mismo. Cuando logramos avanzar por la zona más descampada y en plena subida, el viento se sintió más intenso. La montaña y todos sus alrededores estaban sepultados bajo un manto blanco, muy desolado, donde parecía un gran desierto.
Los únicos sonidos reinantes en ese desolado paisaje eran el canto de algunos pocos pájaros y el fuerte resoplar del viento.
Más allá de toda la complejidad de subir la montaña con nieve y mucho viento en contra, donde nos hundíamos hasta arriba de las rodillas, decidimos avanzar hasta el col que nos permitía ver al otro lado de la colina.
El cielo cada vez más oscuro, nos mostraba como descendían las nubes grises hasta tocar tierra.
Superando las adversidades, decidiendo nuestro inmediato destino
Una vez alcanzado el punto máximo de la gran pendiente, después de 2 horas de ascenso, el viento se puso más feroz y cuando comenzamos a sentir los golpes de los granizos en nuestros rostros, deliberamos un momento si era conveniente continuar, a lo cual, en una decisión unánime, fijamos que lo mejor era volvernos e intentarlo más adelante, cuando se derrita más la nieve y las condiciones climáticas mejoren.
Retrocediendo sobre nuestras profundas pisadas, volvimos a entrar nuevamente al bosque, siendo la 11 am., mientras descendíamos, pensábamos que hacer, ya que consideramos que era muy temprano aun, llegamos nuevamente al auto, donde el cielo se abrió y el sol brillo en todo su esplendor. Fue ahí que optamos por realizar otra ruta.
Traspasando un portal estacional
Luego de pensar a dónde dirigirnos, deliberando un destino cercano de donde estábamos, resolvimos ir a la cascada Submarino.
El salir de una tormenta de fuertes vientos, con gran cantidad de nieve acumulada, un cielo totalmente cerrado, rodeados de una espesa blancura, logramos entrar a un frondoso y verde bosque, esto nos daba la sensación de haber traspasado un portal estilo Narnia. Fue como haber cambiado de día y arrancar uno nuevo hacia otro destino.
Increíblemente, luego de patear por 4 horas, súper abrigados entre el paisaje nevado, comenzamos un nuevo recorrido, frente al centro invernal de Tierra Mayor, esta vez con un clima totalmente diferente, en donde la temperatura alcanzaba aproximadamente unos 6 grados sobre cero y seguía en aumento.
Así dimos comienzo una nueva aventura, esta vez con el sol de nuestro lado, donde pudimos recorrerlo con más soltura, atravesando muchas zonas de barro, cruzando un rio bastante caudaloso sobre algunos caños y troncos, humedales, árboles caídos, pero increíblemente sin nieve, siguiendo el ascenso por una senda bien verde y muy tupida, lo que posibilito que logremos llegar sin problemas a nuestro destino elegido, la cascada Submarino.
Segundo objetivo alcanzado
Una vez que llegamos al salto, nos percatamos que tenía abundante caudal de agua, producto del acelerado deshielo de los días calurosos previos. Con el sol iluminando gran parte de la cascada fuimos testigos de cómo se iban formando mini arcoíris que daban un toque mágico a esta maravilla.
A primera vista fue impactante ver esa majestuosidad exuberante con tanto caudal, recordando que hace un par de meses atrás escalamos con unos amigos por sus aguas congeladas y cargadas de nieve.
Sacamos algunas pocas fotos y continuamos el viaje hacia la cascada superior, de un tamaño mucho más grande, la cual posee tres saltos enormes, con una caída aproximada de unos 70 metros, formando figuras que asemejaba a un gran vestido de novia.
Fue realmente impresionante ver con que fuerza bajaba toda esa corriente, generando una energía indescriptible, admirable por donde se la mire.
Luego de un descanso necesario, donde compartimos un té caliente y nos sacamos algunas fotos más, nos preparamos para el regreso.
Retornando al punto de partida, disfrutando las caricias de los rayos del sol
La tarde se presentó impecablemente soleada, con el sol bien alto y un cielo muy despejado. Sin nada de viento. Con una temperatura muy agradable, quizás arriba de los 12 grados, que nos permitió volver sin tanto abrigo.
El regreso fue muy ameno charlando de muchas cosas y cruzándonos con gente que iban y otras que venían hacia la cascada.
Contrastes naturales, regalos de la madre tierra
Esta salida fue muy particular por la variación de climas, por ver de un lado de la ruta, en la parte más alta de la montaña los paisajes nevados, propio de un invierno, pero atemporal para esta época del año.
Y en contraposición, en la vereda de enfrente ver otro paisaje totalmente diferente, donde se apreciaba claramente la primavera a pleno.
Estos condimentos y cambios climáticos que se nos presentó este día, son “normales” para estas latitudes, en esta particular Tierra del Fuego.
Reflexiones finales, transitando un cambio climático inducido por el hombre
Lo importante a rescatar y tener muy en cuenta, es que a la montaña y a toda la naturaleza se la debe respetar.
Cuando las condiciones atmosféricas no son las óptimas, cuando todo indica que el mal clima perdurara por unas cuantas horas, no está bueno continuar con nuestra terquedad de querer lograr los objetivos propuestos a como dé lugar.
Vivimos en un paraíso, tenemos el privilegio de volver cuando mejore el clima. Es sabio saber retroceder en momentos como éste. No para renunciar, sino para tomar impulso e intentarlo con más fuerzas en la próxima oportunidad.
“ En cada paseo con la naturaleza uno recibe mucho más de lo que busca”
Texto e imágenes: Raúl Torres